Corría el año 2014, cuando los eventos recreativos de ciclismo estaban en su pleno apogeo, nos incitó la situación de cruzar el país para llegar hasta Turrialba de Cartago. Con una actitud jovial, aventurarse a eventos de convocatoria masiva era tentador. A tal punto fue la gana de asistir que viajamos cientos de kilómetros, para estar con dos días de antelación en el sitio.
Reventazón era la actividad, organizada por una asociación local, este pequeño pueblo no daba a basto con tremenda asistencia. Eran miles de ciclistas en un mismo lugar, las razones fueron percibidas posterior al evento. Impecable la logística del recibimiento: parqueos, sanitarios, lonas publicitarias, premiación, todo una belleza.
El comercio alrededor no pasaba expectante ante tal hecho, encontrar un alojamiento era todo un reto. Ir a un restaurante, días anteriores al evento se percibía el ambiente de fiesta. Los bares y hasta los moteles se beneficiaron de todo este mar de gente. Más de una persona se lanzaba una «cana al aire», conoció a su futura esposa o esposo, incluso novia o novio o conoció amigos de toda una vida u otros que no volvió a ver.
Ya propiamente el día del evento, a las 5:00 a.m inició la movilización de personas, tratando de encontrar un lugar, desde esa hora era recibido el paquete de inscripción, con una fila de decenas de personas para esa madrugada. Era imposible esperar un almuerzo masivo, aunque para cinco mil ciclistas reunidos se daban por bien servidos con la premiación que la organización tenía a cambio de tal asistencia.
Definitivamente, para el tiempo de invierno que se hizo anualmente este evento era un oxígeno a la economía local, cientos de familias beneficiadas. Las ganancias no quedaban en «un solo canasto», al contrario muchas personas percibían un ingreso adicional, en una actividad de ciclismo que para este momento de pandemia, se considera sumamente complicado de ejecutar.
Queda como conclusión, que las autoridades locales, la comunidad y los grupos organizados, deben consensuar la manera de reactivar la economía, sin poner en riesgo la salud de sus participantes. Que esta reactivación no sea solo para unos cuantos, más bien se beneficie todo el sector que promueve las actividades de esparcimiento sano y toda una comunidad, para obtener un mejor futuro de familias que en este momento se encuentran inmersas en la problemática económica ya conocida.